Gracias a las leyes laborales que imperan en España me he visto relegado, en
el pasado, a desempeñar trabajos en los que, a pesar de realizar labores
especializadas, siempre he tenido la mínima categoría. ¿A quién le importa lo
que yo supiera hacer?, a mi jefe sólo le interesaba que cobrase barato e
hiciera más horas extras que una colchón en un motel de carretera.
Debido a esa precariedad laboral me he visto en la necesidad de seguir
viviendo en un barrio obrero. Lo de obrero es relativo, nunca he visto a nadie
trabajar en éste sitio. Supongo que se le llama así para evitar
llamarle barrio bajo y no acojonar a los policías que hacen sus rondas por
aquí.
Un barrio "obrero" se distingue de los demás por su gente. Gente
sencilla, amigable, preocupada por los demás, familiar... ¡LOS COJONES!
Hay una combinación única de porreros, borrachines, ex adictos a la heroína,
adictos a la cocaína, camellos, camellas, chonis, canis, señoras gordas mal
habladas, abuelos metomentodo, ex prostitutas, adolescentes preñadas, gitanos,
gitanos light (esos que se comportan como gitanos, pero que no lo son o están
mezclados), inmigrantes de todos los países, estudiantes universitarios en
busca de alquiler barato y unas cuantas personas normales.
La mayoría de los pobladores de este barrio se caracterizan por que ninguno
tiene un nombre común. Así que aquí viven, entre muchos otros, "El
Caballa", "La Nana", "El Feo", "El
Mosquito", "La Garza", "La Paqui". Otra cosa que los
distingue es que nunca hablan a menos de 140 decibelios independientemente de
la hora del día. He escuchado concursos de quien grita más fuerte a las 7 de la
mañana y conciertos etílicos, con temas tan famosos como "El Tractor
Amarillo" a las 4am. Todo un festín para los oídos.
Hay peleas casi a diario. Justo ahora, mientras escribo esto, se están
peleando. Hay dos tipos persiguiendo a otro, armados con un palo y una piedra
lo invitan a razonar con ellos, llamándolo con frases como "¡ven aquí que
te vo'abrir er meló¡". Obviamente se trata un argumento tan convincente
que el perseguido ha optado por no dialogar. El despliegue de condición física
de los protagonistas ha sido impresionante, después de una carrera, a paso de
paseo dominical, se han tendido que sentar en el suelo para evitar infartarse.
Supongo que algún día podré ir a vivir a otro sitio, pero al menos, por el momento, tengo cosas para escribir.
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